Entrevista a mi abuela (intento de entrevista)
Laura me mandó hacerles una entrevista a mis abuelos para la revista, así que yo llamé a mi abuela de parte de madre que es de Migueláñez, para ver qué estudiaban en el pueblo:
—Hola, abuela. Llamaba porque estoy haciendo un trabajo para el instituto y tengo que hacerte una entrevista sobre lo qué dabas en clase de matemáticas.
—¿En clase de matemáticas? Uy, hija, yo de eso ya no me acuerdo. Llama mejor a la tía Fausti.
—Vale, ahora la llamo.
Como no me había dicho nada, llamé a su hermana, la tía Fausti:
—Hola, tía. Llamaba porque estoy haciendo un trabajo para el instituto y tengo que hacerte una entrevista sobre lo qué dabas en clase de matemáticas.
— Uy, pues no sé qué contarte. No era como ahora, no aprendíamos tantas cosas. Nos enseñaban cosas más básicas. En matemáticas nos explicaban las cuatro reglas: sumar, restar, multiplicar y dividir. Hacíamos muchos problemas, de los del estilo de un tren sale de la estación a las doce con dirección Madrid-Barcelona ¿A qué hora se cruzará con otro que salió de Barcelona a la misma hora? Y luego yo creo que lo más difícil que dimos fue los quebrados…
—Espera, espera… ¿Qué son los quebrados?
— Uy, a ver cómo te lo explico. Pues eran como divisiones, poníamos una cantidad luego una raya y la otra cantidad…
— Ah, vale… Fracciones
— ¿Ahora lo llaman fracciones? Pues nosotros lo llamábamos quebrados y era lo que peor se me daba…
Os ahorraré todo el rollo sobre lo que daban en otras asignaturas y mejor paso directamente a la siguiente pregunta matemática:
— Bueno y ¿cómo os lo explicaban? ¿Qué utilizaban para enseñaros matemáticas? ¿Usabais ábacos o algo así?
— Uy, no, no. No teníamos ni ábacos ni calculadoras como tenéis ahora. Teníamos una enciclopedia en la que venía todo lo que dábamos en todas las asignaturas: lengua, matemáticas, historia, los mapas… Y copiábamos en un cuaderno todo lo que ponía el profesor en el encerado, pero con pluma y con tinta porque tampoco teníamos bolígrafos. Y algunos, como yo, que teníamos mal la vista, no veíamos de lejos, y como tampoco teníamos gafas nos levantábamos todo el rato para leer lo del encerado y luego volvíamos a la mesa a escribirlo. Y los problemas si no sabías hacerlos pues se lo copiabas al de al lado que yo de cerca sí que veía…
Y tras otro rato hablando de otras asignaturas y de otras historias, porque ya sabéis como son algunas abuelas que empiezan a contar historias y no paran, ya para cerrar la entrevista la pregunté.
— Bueno y ¿te acuerdas de alguna anécdota curiosa o alguna otra cosa graciosa que te pasara estando en clase de matemáticas?
— Hija, si ya te he contado todo de lo que me acuerdo. Yo ya no sé qué más contarte. Pregunta a tu abuelo Víctor que a lo mejor él que es un poco más joven se acuerda de algo más.
— Claro, claro. Luego le pregunto. Gracias, adiós.
Como mi abuelo Víctor, que es de parte de padre, también es de Miguelañez, fui a preguntarle y claro, ya que estaba también le pregunté a mi abuela aunque es de Laguna y entonces ya cambiábamos de pueblo. Primero se lo pregunté a él:
— Hola, abuelo. Estoy haciendo un trabajo para el instituto y tengo que hacerte una entrevista sobre lo qué dabas en clase de matemáticas.
— Puf, yo de eso ya ni me acuerdo. El que se tiene que acordar muy bien es el tío Ciriaco…
Obviamente a este ya no le llamé, habrían sido demasiados, en vez de eso esperé a que hiciese memoria.
— Bueno, pues yo de lo que más me acuerdo es de hacer problemas, muchos problemas sobre todo de tantos por ciento. Y de que no hacíamos exámenes…
— ¿No hacíais exámenes? ¿Y entonces como os evaluaban?
— Es que antes no ponían notas como ahora. Los profesores nos corregían lo que hacíamos en clase y los que aprendíamos, aprendíamos y los que no, no. Al final todos salíamos a los catorce años.
— Bueno y ¿cómo os lo explicaban? ¿Qué utilizaban para enseñaros matemáticas? ¿Usabais ábacos o algo así?
Os ahorraré la repuesta, en resumen me dijo un montón de cosas sobre otras asignaturas pero nada de nada sobre matemáticas.
Y después ya le pregunté a mi abuela. Que aunque en un principio no daba la impresión de que fuera a ser una entrevista muy diferente simplemente por ser de un pueblo que está solo a 20 kilómetros, me sorprendió bastante.
Como me había visto hacerle la entrevista a mi abuelo, no tuve que explicarle mucho de lo que iba la cosa y sorprendentemente se había dado cuenta de que yo preguntaba solo por matemáticas, así que la dije:
— Bueno, abuela. ¿Y tú qué dabas?
A lo que me respondió:
— Pues a mí en matemáticas solo me enseñaron un poco a sumar y a restar. Claro que yo me salí antes de los catorce años. Y entonces solo aprendí eso, sumar, restar y leer.
Ante esta repuesta yo lo que hice fue dar por terminada la entrevista y redactar este artículo para el periódico porque la verdad es que ya no sé si esto es una entrevista o se quedó en el intento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario